7.8.18

Con Avelina Lésper, contra Avelina Lésper

La mayoría de las personas interesadas por el arte en México está enterada, a estas alturas, del “caso Avelina Lésper”. Ahora que, si por alguna razón usted no, le recomendamos leer esta breve nota:


Mientras tanto, nosotros nos permitimos expresar:

¿Qué pensamos sobre el pastelazo a Avelina Lésper? Que está jodido que se tenga que defender una postura estética sobre el graffiti a partir de “actos artísticos de protesta” que impliquen violencia y humillación hacia el que piensa distinto. Independientemente de que la postura de Lésper con relación al graffiti nos parezca conservadora, además de reaccionaria, y que, por lo tanto, no estemos de acuerdo con sus argumentos, nos parece deleznable que se tenga que combatir esa postura con agresiones físicas y exhibiciones de su vulnerabilidad que, al final del día y paradójicamente, terminan por avalar el discurso reaccionario y conservador de Lésper. Que quede claro: el discurso de Lésper nos parece conservador pues implica un reduccionismo purista-esencialista del acto estético, que no mira en el graffiti:

a) una actividad situada de crítica a la hegemonía política-artística-social. Con el adjetivo “situada” se debe entender que la crítica de la que es portadora el graffiti debe ser valorada a partir de los contextos en los que se despliega el discurso: tal vez un tag en el patio de nuestra casa valga, en efecto, poco; aunque un graffiti pintado en muros de (o adyacentes a) instituciones o centros de poder puede ser un portador de sentido contestatario y crítico.

b) una disciplina con una técnica particular, relativamente alejada de las técnicas del arte académico, que requiere destrezas particulares que dudamos pueda poner en práctica cualquiera (por ejemplo, la propia Avelina Lésper).

c) un evento colectivo y no necesariamente individual de ejecución artística. El graffiti, como suma de destrezas, pone en jaque la idea de un autor individual y le restituye al arte la condición colectiva de toda creación, algo tan necesario en esta era de hipertrofia del yo.

d) una (re)apropiación del espacio público, privatizado por el capital inmobiliario. Esta apropiación es mejor o peor valorada de acuerdo al contexto; es decir; no podemos convalidar un graffiti que vandalice otra pieza artística (por ejemplo, un edificio histórico) y dudamos del valor que tenga un graffiti en la pared de nuestro patio trasero, aunque es posible que una intervención en muros de sitios apropiados por el capital inmobiliario (vía “gentrificación” o por expulsión de moradores originarios, por ejemplo) sea un acto de (re)apropiación de ese espacio que el capital quiere para sí.

Por otro lado, el discurso de Avelina Lésper es reaccionario puesto que:

a) parece atrincherarse en teorías esencialistas del arte, según las cuales la pintura posee una historia, un canon y un devenir únicos, que necesariamente desemboca en la pintura de caballete.

b) no toma en cuenta el dinamismo cultural de sociedades que continuamente exploran formas simbólicas de expresar sus necesidades estéticas y, lo más grave:

c) parece añorar tiempos dictatoriales en los cuales alguna Autoridad (por ejemplo, la que quiere adjudicarse la propia Lésper) dictaba lo que era arte y lo que no. Criterio a partir del cual se puede (¡y se debe!, según Lésper) hacer uso de la represión estética e incluso ¡policiaca! que inhiba toda práctica contraria al canon esencialista-purista.

Así las cosas, el discurso de Lésper se desmonta con argumentos y no con pastelazos “justificados” en “actos artísticos de protesta”. Por lo mismo, desde El Perro de Diógenes y “Escorial” le mandamos un abrazo solidario a Avelina Lésper y le recitamos la frase de ocasión, que no por ello es menos pertinente: “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé (como un perro) tu derecho a decirlo”.


por Jaime Magdaleno (parece contradictorio que el texto esté escrito en plural y que, al final, aparezca un nombre: aclaramos: escribimos el nombre dado que a Avelina Lésper le incomoda el anonimato; así pues, el nombre queda anotado por si fuera necesario “situar” al autor. Vale).

No hay comentarios:

Publicar un comentario