28.2.14

Gazapo ensangrentado


Escudriñando el horizonte de montañas que rodeaban su finca, el Señor sentenció:


-Crearemos un grupo de ocupación.

El consejero no estaba seguro de qué entendía el Señor por Grupo de Ocupación. ¿Paramilitares? ¿Grupos guerrilleros? ¿Guardias blancas? Antes de que pudiera formarse una idea propia, el Señor le aclaró:


-Crearemos la figura del Guardia Comunitaria. Aprovecharemos el hartazgo de la población para armar grupos que actúen en defensa de sus bienes y su integridad. Más adelante, cuando la opinión pública solicite la intervención del gobierno, enviaremos a nuestras tropas.


El consejero buscó un espacio privado dentro del restaurante para hablar con libertad.


-Entiendo, Señor. Pero le recuerdo que el estado quedó como feudo del ex presidente. El pacto fue: te quedas con Michoacán, pero no te metes en nuestros negocios ni con nuestras decisiones.


Acariciando con la mirada a Max, su pastor alemán, que se alejaba hasta perderse en su bosque privado, el Señor espetó:


-Exacto, ése fue el pacto y él lo rompió al entrometerse en asuntos que ya no le competen. Por eso le vamos a arrebatar el feudo: para que le quede claro de quién es este país.

-¿Ya consideró el factor opinión pública?

-Por supuesto. Y no hay problema: los líderes de opinión ya saben lo que tienen que repetir.

-¿Y las repercusiones para el gobierno?

-Son mínimas. El dramatismo de ver civiles armados (hay que armar a personas de la tercera edad, mujeres, niños y profesionistas) provocará que se exija de inmediato la intervención del gobierno. Allí es cuando entraremos. Ocuparemos el estado y arrebataremos el feudo.

-En el extranjero pueden pensar que vivimos una guerra civil...

-Es probable, pero difundiremos propaganda sobre las reformas estructurales, principalmente la energética. Quizá sea necesario comprar un reportaje amplio en algún medio.

-¿Qué tal el Time?

-Perfecto. Asegúrate de comprar también la portada. Quiero que aparezca una foto del presidente con la leyenda “Salvando a México”.

-Jajaja... Perdón, Señor. Me queda claro. ¿Cuándo quiere que comencemos la operación?

-Ahora mismo.

-A la orden.


El Señor cortó la comunicación. Hasta sus pies llegó Max, con algo trabado en el hocico. Al palparlo, el Señor se manchó de sangre, pues el pastor alemán había cazado una ardilla o un conejo. Tal vez una rata de campo. La sangre sobre la mano le provocó al Señor una erección que estorbó a medias su camino de regreso a la finca.



por Jaime Magdaleno.

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