ni fingir quiera
quererme;
soy fuego destructor
y nacida para
protegerlos fui.
Mis augustos girasoles,
altaneros verdugos,
llevan filo a la orilla
del color;
degüellan aves:
cercenan sus cabezas.
Orgullosos se erigen
mis venerados montes
ajados
que derrumbes sufren;
revuelcan incautos
peregrinos.
De miasmas
son mis perfumes
y enloquecidos perros
olisquean mis pies
cansados.
Me llamaron diablo;
he sido veneno también;
sin embargo,
yo soy humo saliendo
por la ventana.
por Alejandra Medellín
El THC de sus ojos reactiva la necesidad primigenia de la piel. Su lengua invita a probar ese idioma lascivo que quema como hielo seco.
ResponderEliminarSólo un artista-cínico y apocalíptico-pudo haberle creado, sabiendo que sus clorofílicos ojos son el mejor combustible para el terrorismo de su deseo; que su aterciopelada piel actúa como el mejor conductor de la cicuta de su desdén; que su afilada labia detona contra la cobardía de este mundo, que se ha negado a robarle un suspiro profundo...