Leche materna

Debo aprenderme esto: 

 

Fuimos a Elektra a sacar el dinero. Cuando salimos de la tienda, dos chavos nos cerraron el paso y le arrebataron la bolsa a mi mamá. Luego, se echaron a correr hacia Santa María “la Ratera”. Nosotras no los seguimos por miedo a que nos hicieran algo. Por eso no traemos el dinero de la caja de ahorros. 

 

Debo aprendérmelo porque eso es lo que diré en cuanto lleguemos a casa de mi abuela. Mi mamá me ha dicho que si puedo decirlo llorando, mejor. Pero no sé si me salgan las lágrimas. 

 

Mas bien, creo que me dará risa la cara de mi prima Ximena, la de mi tía Lourdes, la de mi tío Nacho, la de mi tío Lalo. Y la de la misma abuela. A lo mejor me gana la risa porque ellos estuvieron ahorrando cincuenta pesos por semana durante todo el año, y ahora mi mamá se los va a llevar al baile diciéndoles que no tiene su dinero. Les va a contar la mentira de que lo metió al “Guardadito”, de Elektra, y que cuando fuimos por el dinero dos chavos nos lo quitaron. ¿Y si me preguntan cómo eran esos chavos? 

 

“Mamá, ¿y si me preguntan cómo eran esos chavos?“

“Pues les inventas cualquier cosa, mensa. Y no se te olvide: debes decir que fuimos a sacar el dinero de la cuenta de “Guardadito”, en Elektra, y que cuando salimos dos chavos nos cerraron el paso y me arrebataron el bolso, echándose a correr hacia Santa María la Ribera. No se te olvide. Y si puedes decirlo llorando, mejor”. 

 

Debo aprenderme eso. Todavía tengo tiempo para hacerlo, por lo menos en lo que cruzamos el zaguán del edificio en donde vive mi abuela. En lo que subimos las escaleras. En lo que mi mamá toca el timbre para que le abran la puerta. En lo que entramos. En lo que nos voltean a ver y nos saludan para darnos la bienvenida. En lo que todavía tienen la sonrisa en los labios. En lo que se les borra justo cuando mi mamá les dice: “Me robaron el dinero de la caja ahorita que fui a sacarlo de la cuenta de “Guardadito”, en Elektra”.

Debo aprender a hacer lo que mi mamá está haciendo. Y si puedo llorar y no reír mientras lo hago, mucho mejor.

por Jaime Magdaleno