4.7.18

Tu voto cuenta (aunque no cuente): México y AMLO 2018.

“[…] Diógenes decía: “¿De qué sirve un hombre que ha pasado todo el tiempo filosofando sin inquietar a nadie?”. Adhiero a esta definición de la filosofía: inquietar, inquietar al fulano lleno de certezas, inquietar al clon que cree que piensa cuando se contenta con duplicar la panoplia de su tribu (tanto de izquierda como de derecha, incluyendo a los anarquistas), inquietar al charlatán que actúa como espejo de su tiempo y de su época, inquietar al lorito del momento que vocaliza las órdenes lanzadas por una sarta de cretinos formadores de opinión. En resumen, inquietar”.
Michel Onfray. Filosofar como un perro.

“Mi pecho no es bodega”
Frase popular escuchada a Andrés Manuel López Obrador durante su primera conferencia de prensa en Palacio Nacional.

Inquietante: la idea de que el fraude ocurrió y nadie se dio cuenta. Inquietante: la idea de que en esta ocasión el fraude no consistió en la imposición de un candidato como Presidente de la República. En esta ocasión, el fraude fue la elección misma.

Habría que explicar que la frase: “el fraude fue la elección misma” está enmarcada en la tesis del “dulce engaño”, a partir de la cual Louis Althusser expone la utilización de los aparatos ideológicos del Estado por parte de la clase dominante para asegurar la reproducción de las condiciones de explotación de la clase trabajadora. Así las cosas, pienso que en el contexto de la elección del primero de julio se movilizaron los aparatos ideológico-políticos y de información para implantar en la clase explotada la idea de la alternancia en el poder y de la democracia electoral.  Con ello, lo que buscó la clase hegemónica fue revitalizar la creencia en la efectividad de las instituciones burguesas, conjurando al mismo tiempo una revuelta social cada vez más latente. Con el triunfo premeditado-consensuado-acordado-pactado por la clase hegemónica y el equipo de Andrés Manuel López Obrador ganaron ambos: por un lado, la clase hegemónica aseguró la revitalización de sus instituciones político-electorales, así como la permanencia de la infraestructura económica y, por otro, el equipo de Andrés Manuel obtuvo la seguridad del respeto a su victoria en las urnas, la cual era un hecho que sólo necesitaba ser reconocido por las instituciones (electorales y de medios) de la burguesía. Tal vez Andrés Manuel López Obrador supone que toda vez que asuma la Presidencia de la República podrá generar los cambios profundos en el sistema político para acabar con la corrupción, la cual fue una de las principales ofertas de campaña. No obstante, esos cambios sólo podrán ser si no trastocan la infraestructura económica, con la cual Andrés Manuel se muestra sumiso o, como él dice, muy respetuoso.

Que AMLO se ha mostrado sumiso ante la infraestructura económica ha quedado de relieve tanto en el discurso de la victoria en el Hotel Hilton, como en la rueda de prensa que ofreció después de su encuentro con EPN. En ambas intervenciones ha asegurado, rotunda y enfáticamente, cual si fuera burócrata neoliberal, que:

-Mantendrá la autonomía del Banco de México.
-Mantendrá una política macro económica con equilibrios fiscales.
-No intervendrá en temas o asuntos financieros.
-No intervendrá en el tipo de cambio.
-No realizará expropiaciones ni desconocerá acuerdos o contratos firmados por los gobiernos del PRIAN.

Es decir: seguirá la doctrina económica neoliberal, que ordena la no intervención del gobierno en los asuntos económicos. AMLO se ha convertido en un político inofensivo para la infraestructura económica y, por lo tanto y siguiendo a Marx, no tendrá poder sobre la superestructura política (o sólo tendrá el poder político que la infraestructura económica le permita). En ese orden —y aunque él y sus fanáticos autodenominados “amlovers” no se dan cuenta— López Obrador sólo será un alfil de la burguesía en el combate a la corrupción. En otras palabras: López Obrador será el afanador que limpiará (o intentará hacerlo) la cloaca gubernamental de corrupción, sin necesidad de que los capitalistas se ensucien las manos. El combate a la corrupción se erige, así, en un instrumento para que el capital elimine una traba que entorpece la reproducción del propio capital, y que implica un costo de miles de millones de pesos.

Por lo anterior, y como ni mi pecho ni mi pensamiento son bodega, afirmo que:

1.- El Andrés Manuel López Obrador del 2018 dejó de ser un peligro para México, al adoptar principios económicos neoliberales que aplicará sin reservas. No obstante, la receta neoliberal “a la mexicana” estará condimentada con una pizca de asistencialismo y un pellizco de proteccionismo.
2.- El Andrés Manuel López Obrador del 2018 se ha convertido en un activo de la clase capitalista, al asegurarles:
2.1. La revitalización de las instituciones político-electorales burguesas, que cargaban con un enorme descrédito.
2.2. La pacificación del pueblo mexicano, peligrosamente al borde de la revuelta, sumido como está en la miseria, el despojo y la injusticia orquestadas y promovidas por los gobiernos neoliberales del PRIAN.
3.- El Andrés Manuel López Obrador del 2018 se convertirá en el afanador de la clase capitalista, que limpiará (o intentará hacerlo) de corrupción al gobierno, logrando con ello eliminar una costosa traba en la reproducción del capital.

Ahora bien: si usted votó por este orden de las cosas, lo felicito. En efecto, vale la pena celebrar, gritar, llorar y postear en las redes sociales toda suerte de parabienes, siguiendo el ejemplo de demócratas y ciudadanos tan insignes como Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón Hinojosa, Vicente Fox Quezada o Enrique Krauze. No obstante, si como afirma el propio Andrés Manuel López Obrador, usted votó por una candidatura que represente años de lucha social, con referentes políticos como Heberto Castillo, Valentín Campa o Rosario Ibarra de Piedra, que sintetice luchas como la de los ferrocarrileros y maestros de los 50, la de los estudiantes del 68 y 71 o la de los damnificados del 85 y del 17, temo decirle que algo no va bien con el triunfo de AMLO, pues:

a)                   o bien él no se ha dado cuenta de que ha sido cooptado por el sistema neoliberal, convirtiéndolo en su activo y alfil.
b)                   o bien el que no se ha dado cuenta es usted y lo que está celebrando es que le estén tomando el pelo.

¿Quiere una recomendación? ¿Por qué mejor no piensa en construir una democracia popular, de base, verdaderamente representativa de los de abajo, que responda, no a los intereses de la clase hegemónica, sino a los intereses de los humillados y ofendidos de este país? Deje de pensar que la “revolución” es eso que le están presentando por televisión y mejor busque otras formas de lucha y acción. ¿Que necesita un referente? Vale, se lo proponemos: ¿por qué no voltea a ver a los zapatistas y a Marichuy y deja de enajenarse con las imágenes de Andrés Manuel López Obrador transmitidas ad nauseam por las “benditas redes sociales” o por cadena nacional vía el Canal de las Estrellas?


por Jaime Magdaleno

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