21.10.17

Dijiste que te matarían, pero no imaginaste que te enterrarían como a Juanga

Soy su mujer. No la primera, ni la segunda, ni la nalguita de moda. No. Soy su mujer, a secas. Aquella por la que era capaz de cambiar de ruta o de troca para despistar. Pare evitar que lo siguieran. Aquella de la que nadie sabe; la que venía a ver cuando necesitaba desconectarse de todo y de todos. Esa mera soy. La que le daba lo que quería: unas cogidas exprimidoras pero también oído. Silencio. Porque sus otras mujeres lo atosigaban con gritos y pleitos o con puros caprichos. Que cómprame esto, que dame lo otro. Pinches viejas ojetes y convenencieras. Yo no. Yo recibía lo que quería darme: verga, cada que venía, y dinero, mucho dinero, ropa o joyas. 
  
Ya lo mataron. Pasó lo que me venía contando desde hace semanas, desde que rompió con el gobierno. Pinche gobierno, se hace pendejo y bien que Pancho le sirvió a toda madre. Porque Pancho le sirvió al gobierno como le sirvió a muchos, en Tepito y en donde fuera. Nomás fue cuestión de que vieran en Pancho y en su hermano a un par de vergas muy grandes para que todos se acercaran a proponer sus bisnes. Robo, secuestro, extorsión: todo salía de Pancho, pero Pancho nada más planeaba y ejecutaba lo que le ponían enfrente. Los del gobierno y los del barrio. Los de la ciudad entera que vive del bisne. No se hagan pendejos: todos le entran igual a la robadera y a la repartidera del dinero que viene del bisne: robo, piratería, clonación de tarjetas, secuestro, extorsión a comerciantes, narcotráfico, prostitución. Políticos, jefes y chakas: todos están metidos en esa mierda y todos reciben su buena tajada.


Por eso ahora lo acompañan al panteón. Por eso ese entierro como de político, como de artista, con escoltas que no son los jefes pero son los gatilleros de los jefes o los chakas de los jefes. Por eso esas flores y esas coronas y esos corridos que los cantantes adaptan para mentar su nombre: Pancho. Sabías que te iban a matar, aunque a lo mejor nunca imaginaste que te enterrarían como a Juanga: con honores, canciones y escoltas. Yo no estoy contigo porque siempre me quisiste lejos, según para protegerme, pero desde acá te lloro, Panchito, desde acá te digo que siempre fuiste la reata más peluda y grande, aunque yo no te quiero por eso. Todos los que te acompañan al panteón te quieren y te respetan por eso, pero yo no. Yo te quiero porque conmigo olvidabas lo que eras, el chingón que eras, y te convertías en mi amor, en mi nene que se dejaba querer y acariciar. Te quiero por no meterme en tus negocios, por procurarme y darme mis buenos pesos pero sin meterme en el bisne. Vivo segura porque tú quisiste que así fuera, y aunque por unos días no saldré a la calle y en cuanto pueda me iré por unos meses a Sonora con mi abuela Paula, sé que nadie me va a perseguir ni me va a querer matar porque nadie sabe quien soy. Pero yo sí sé quien soy, no lo dudo ni por un momento: soy tu mujer. No la primera ni la segunda ni la nalguita de moda. No. Soy tu mujer así nomás, a secas.

por Ivonne Valdemar

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