13.3.15

This is love

Agradecí ser un arrastrado, y no tener reparos para rogar su perdón, al momento de acariciar sus nalgas.
Bendije no poseer ni un gramo de autoestima al tiempo de recorrer su cintura con mi lengua.
Consagré los fluidos de su vagina vacilante al escurrir sobre mi verga en abandono.
Y al escuchar nuestros gemidos, di gracias a Dios por regresármela después de dos meses de no saber de ella…
Sólo que, en ese momento, recordé…
“Mayra no fue a la fiesta de Puzcat.
¿O sí?
 Pero, entonces…
¿Con quién estoy expulsando este puto aaaaaaagggggghhhhhhh que me está llevando hasta la locura y la muerte?”
(Fin del monólogo interior).
Eyaculación total.
Abandono del yo inmediato.

***********
Tanto ajo hace daño
PERSONAJES:
Javi (ex novio de Mayra)
Manfredi (amigo de Javi)
Acto primero

Sala de un departamento con piso laminado. Sobre dos sillones, Javi y Manfredi beben cerveza. Escuchan música reproducida por un iPhone que permanece sobre una mesa de cristal. Una puerta, a la derecha, permanece cerrada. A la izquierda, en una habitación escasamente iluminada, se mira la silueta de una mujer que va de un lado a otro.

Manfredi— (Observando hacia la habitación semi oscura.) ¿Y esta vieja, de dónde la sacaste?
Javi— (Mirando hacia la misma dirección.) No sé, güey. Cuando desperté, ya estaba en la cama.
Manfredi— (Viendo alternativamente hacia Javi y la habitación.) No mames.
Javi— (Concentrándose en su cerveza.) Neta, güey.
Manfredi— (Tocándose la verga.) Puta, pues está buena.
Javi— (Sonriente.) Hey. Y coge rico.
Manfredi— (Dejando de mirar hacia la habitación. Tomando cerveza. Concentrándose en la plática.) Me imagino. Es de esas flaquitas que se estiran como faquires, ¿no, güey?
Javi— Hey. Y su cuerpo se tensa y se hace rígido y es como un árbol en el que te recargas para descansar y después darle, hasta tumbarlo.
Manfredi— Uff, me imagino… Pero, oye, cabrón… se me hace conocida, ¿no es la vieja del Tatanka?
Javi— No…O no sé… ¿No te digo que no sé quién es? Nada más apareció en la mañana, en mi cama, al lado de mí.
Manfredi— No mames.
Javi— Neta.
Manfredi— ¿No te la trajiste de la fiesta?
Javi— Eso pensé… Al cogérmela, pensé que era Mayra, pero ya después me di cuenta de que no.
Manfredi— ¿Mayra? No mames, ¿cómo comparas a esta vieja con la Mayra si tu ex vieja está bien chichona y esta vieja no tiene bolsas de aire frontales? (Se lleva las manos al frente, simulando sostener unos pechos inexistentes.)
Javi— (Enojado.) Para, para… No te pases de verga, pendejo.
Manfredi— (Conciliador) Digo, sin ofender, mi carnal… O sea… A lo que voy es que esta vieja no puede compararse con Mayra pues está flaca, tiene buen culo…
Javi— (Exasperado.) ¿Otra vez?
Manfredi— Ooohhh, déjame terminar, cabrón. Me refiero a que esta vieja está flaca, tiene el pelo negro, tiene un culo más chiquito pero más redondo que el de tu vieja, es más blanca que mi leche y aparte es bien callada. Ni siquiera me saludó cuando entré.
Javi— Pues a mí tampoco me ha hablado. Después de coger, sólo se levantó a mear, se comió unas manzanas que había en el refri y me hizo un sándwich. Me la volvió a mamar y cuando llegaste tú, te abrió y luego se metió a bañar. Y ahora, mírala en la recámara, ni se digna a venir con nosotros.
Manfredi— Puta… neta se me hace conocida, pero no sé de dónde… Oye, ya que no es tu vieja, ¿dame chance de cogérmela, no?
Javi— (Bebiendo.) Pues vas… si tú quieres y ella se deja…
Manfredi— (Levantándose en el acto del sillón. Caminando sonriente hacia la habitación.) ¡Vientos, carnal! Te acabas de ganar unos ajos… Nada más deja que salga: te voy a aceitar con coco, mi rey, vas a ver.
Javi— Pues vas, mi cocol…
Manfredi— Ya te enterraron, panteón. (Entra a la recámara.)

****

El pendejo del Manfredi salió corriendo y gritando: ¡ES P J HARVEY!
Azotó la puerta y se fue, vociferando todavía por el pasillo y al bajar las escaleras.
Al principio, Javi no entendió.
Sólo atinó a caminar hacia la recámara.
Allí vio a la mujer, sentada sobre la cama. Con una guitarra sobre las piernas. Desnuda. El cabello negro le caía sobre una de sus mejillas. Tenía las uñas largas y de color violeta. Los labios de la vagina eran del mismo tono que los del rostro: rosados. Semi rojizos. Javi se acercó para sentarse sobre la misma cama. Ella comenzó a rasgar algunos acordes. Inmediatamente identificó “This Mess We´re In”, pues era la canción que siempre le gustó a Mayra; tanto, como para pedirle que la entonara con ella.
Pero Javi nunca aprendió a cantar con Mayra.
En general: Javi nunca pudo entenderse con Mayra.
Y eso, aunque lo niegue, todavía le duele y lo saca de pedo. Sobre todo eso: lo saca de pedo.

******

Están allí y no sabe cómo correrlos. Sabe que el hijo de puta del Manfredi les llamó. Seguramente les dijo, “güey, no mames, en casa del naco del Javi está P J Harvey” y en chinga todos se dejaron venir…
Bueno, no en chinga.
Fueron llegando de a uno.
O mejor dicho: primero llegó el sinquehacer del Duende y luego, cuando ese güey decretó que sí había un parecido entre P J Harvey y la nueva vieja del naco del Javi, entonces comenzaron a caerle en racimos: de tres en tres, de cinco en cinco y hasta de siete en un chingo.
Por eso su casa está atestada.
Lo que más le caga es que llamaron al PittMechas, y eso significa que ya valió madres. Ese cabrón seguro le bajará a su nueva vieja así nomás: porque quiere, por deporte, tal y como le bajó a Mayra…
Por eso no le extraña verlo pegado a P J Harvey. Lo que sí es raro es que ella no lo pele ni tome en cuenta a ninguno de esos pendejos y que, incluso, siga desnuda en medio de la peda. Será por su influencia o porque los aceites resbalan la conciencia y la ropa, en fin, será el sereno: pero la mayoría ha decidido encuerarse. Aunque él no. Él permanece vestido y  acurrucado en un rincón de su propia casa, sosteniendo un vaso con Tonayan.
Chale, Tonayan. Esa mierda…  
Y eso, además de mota y unos aceites, es lo que ha estado metiéndose desde que llegaron los que ahora se han ido. Porque sí: resulta que en un abrir y cerrar de ojos, todos se han ido.
(¿Ah, chingá, todos?
Si, cabrón, todos. Y si no crees, compruébalo por ti mismo).  
Javi camina hacia la puerta cerrada.
La abre: no hay nadie en la cocina.
Anda, trastabillando y con un chingo de pedos, a la recámara.
Nadie está allí.
Camina hacia el fondo de la habitación, con dirección al baño.
Nadie.
Va hacia la sala.
Mira atrás y debajo de los sillones.
Se mete entre las sillas y bajo la mesa de cristal.
Corre hacia las ventanas. Las abre.
¡Carajo, nadie!
Mira la calle.
Voltea al cielo.
Ausencia total.
Siente el abandono de inmediato.

*********
Acto segundo

Misma sala y mobiliario del acto primero. Javi está sobre un sillón, hablando desde su iPhone. Bebe algo de un vaso de plástico.

Voz de Manfredi— ¿Qué pedo, Javi?
Javi— (Inquieto sobre el sillón) ¿Qué pedo, pinche Manfredi, por qué te fuiste?
Voz de Manfredi— ¿De dónde, cabrón?
Javi—De mi casa, güey.
Voz de Manfredi— ¿De tu casa? Yo no fui a tu casa.
Javi— (Perdiendo la paciencia) No te hagas pendejo… Y no sólo te fuiste tú, sino también te llevaste a P J Harvey.
Voz de Manfredi— (Sonriente) Ora esa mamada… ¿Cuál P J Harvey? No mames, güey, ahora sí te pusiste hasta el pito.
Javi— (Gritando y agitando el vaso de plástico) ¿Vas a negar que te quisiste coger a P J Harvey y te saliste en chinga de mi casa y le hablaste a todos para que le cayeran y se encueraran y se pusieran hasta la madre y luego me dejaran dormido y todos se fueran a la verga dejándome solo?
Voz de Manfredi— (Sarcástica) Sí, carnal, lo voy a negar porque eso no pasó. Neta, cabrón: ya te está haciendo daño tanto ajo. Mejor háblale a Mayra para contarle tus mamadas, porque yo no estoy para tus debrayes. Pero eso sí, a ver si el Pittmechas te la pasa porque se la ha de estar cogiendo bien rico, cabrón, jajajajaja.
Javi— ……..............

TELÓN
*********
La ciudad oscurece sobre mí.
La tarde apuñala el día y por ello el cielo se tiñe de rojo.
Gradualmente, el color rojizo cambia por un tono morado que me hace mirar un hematoma.
Un hematoma en una pinche pierna gangrenada.
¿O es un cadáver?
Y allí está: la idea llegó por sí sola, no necesité invocarla…
Así que ahora pienso en la muerte.
Inevitablemente pienso en ella, mientras la ciudad oscurece sobre mí.
De lejos, escucho la voz de Mayra ¿o de P J Harvey? Cantando “This Mess We’re In”.
En ese momento, alguien toca la puerta.
Pienso: puede ser Mayra.
Aunque también podría ser P J Harvey.
Pero no debo descartar la idea de La Muerte.
Es probable, incluso, que en el umbral se encuentre La Locura.
Todas esas posibilidades están allí, latentes. Palpitantes. Dentro de mí.
Sin duda, la oscuridad cae, lentamente, sobre mí.
Y me preguntó: ¿debería abrir?

por pequeño bastardo


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