20.11.14

Raíces y ramas

Raíz
Quisieron sepultarnos pero no sabían que éramos semilla.

Rama
Durante la presentación de uno de sus libros, vi a Guillermo Fadanelli soltar el micrófono para entregarlo a familiares de Christian Colón Tomás Garnica, uno de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, México. El acto me parece significativo pues en ese hecho estoy leyendo esta historia: he allí a un escritor —habitualmente alejado de las preocupaciones coyunturales de la política mexicana— asumiendo una postura ética ante un acto de barbarie institucional. La dimensión del acto de Fadanelli rebasa lo anecdótico y lo ético para instalarse en la acción política, pues el escritor se posiciona como un indignado más, como un crítico de un sistema político putrefacto, muerto desde el momento mismo en que se ha mostrado incapaz de salvaguardar el bien primordial de una persona: su propia vida.

Raíz
Giovanni Pico della Mirandola hace residir la dignidad humana en la capacidad de elección del bien. En el Discurso sobre la dignidad humana afirma que toda persona alberga dentro de sí la posibilidad de convertirse en piedra, bestia o querubín, y es la libre acción la que lo reduce a la condición de reptil o lo eleva a la esfera ideal del santo o el filósofo. Tener menor o mayor dignidad, de acuerdo con Pico, consiste en alejarse de los instintos bestiales para afirmar la humanidad a partir del ejercicio de la virtud, desde luego moral, pero también intelectual, pues el libre albedrío no es condición suficiente para convertirnos en humanos: hace falta que la libre elección se traduzca en actos morales justos y en ejercicios intelectuales medidos, racionales, que busquen la verdad.

Rama
Un sentimiento recorre las plazas, las calles, las avenidas por las que marchan las miles de personas que buscan a 43 estudiantes desaparecidos por el Estado. La palabra que se ha utilizado para referir ese sentimiento es INDIGNACIÓN; es decir, en términos de Pico della Mirandola, los manifestantes consideran que el Estado mexicano, al tratar a los 43 de Ayotzinapa como cosas que pueden arder dentro de una hoguera o como animales a los cuales se puede silenciar haciendo uso de la fuerza, ha reducido a miles de personas a una condición material o animal.
Las personas que hemos salido a la calle a protestar lo hemos hecho pues sabemos o intuimos que quitarle dignidad al otro que existe y vive conmigo es desposeerme a mí de mi propia dignidad; en ese sentido, al arrebatarles la dignidad a los 43 de Ayotzinapa, nos han INDIGNADO a todos. Frente a ese hecho, no queda sino volver a enarbolar la dignidad humana desde lo básico: afirmando nuestra vida, postulando nuestra humanidad y haciendo uso de nuestro libre albedrío que en los mítines, en las marchas, en los “paros”, en fin, en las diferentes manifestaciones de protesta, se convierte en un acto moral en busca de la justicia y en un ejercicio intelectual que busca expresar la verdad situada en un ambiente político putrefacto.  

Raíz
Las palabras no sólo refieren lo real, aportan sentido y  moldean la subjetividad.

Rama
En una charla sobre Rosa Luxemburgo, en la UACM, la expositora Araceli Mondragón lamenta que las palabras pierdan peso y sentido entre el demasiado ruido o el silencio, que encubre al no atreverse a nombrar actos y hechos. Mondragón afirma que conceptos tales como REVOLUCIÓN, ORGANIZACIÓN, LUCHA POLÍTICA Y SOCIAL deben volver a circular: reflexionados y contextualizados; si es necesario desplegando su primera acepción o incluso resignificados, resemantizados. El demasiado ruido de ciertos medios (la caja idiota, sobre todo) quisiera encubrir esas palabras condenándolas, estigmatizándolas, relegándolas a un pasado “anacrónico”, ya “superado”, ancladas en un “espíritu” poco democrático, “revoltoso”, “trasnochado”: como si la barbarie institucional y la rapiña oligárquica no estuvieran asentadas en intereses políticos y económicos “anacrónicos” y “trasnochados” también, pero presentes, vivos, actuales. Ante los intentos del poder por silenciar toda protesta, todo intento de organización social y política, toda tentativa de revolución, se vuelve necesario retomar esas palabras para, desde la reflexión, resignificarlas y ponerlas en circulación en beneficio de la reconfiguración de la subjetividad del sujeto y de la colectividad.

Raíz
“De una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran monarca […] que nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”: Bando del Virrey Marqués de Croix, 25.VI.1767.         

Rama
A través de un video difundido por las redes sociales, vi a Angélica Rivera de Peña, Primera Dama de México, “explicar” con un tono furibundo,
                                                             exaltado,
                                                                         soberbio,
                                                                                arrogante, el “origen” de una casa puesta a su nombre y valuada en OCHENTA Y SEIS MILLONES DE PESOS. Lo que me interesa resaltar del hecho es lo siguiente: en cualquier país “democrático”, que un gobernante o un miembro de su familia, bajo sospecha de corrupción, tenga que proporcionar información sobre bienes adquiridos durante la gestión, representa un acto vergonzoso, que tendría que ser sobrellevado con discreción, humildad, cautela y prudencia. Sin embargo, en México la élite gobernante no está acostumbrada a “ofrecer explicaciones” sobre ninguna de sus acciones. No importa que se trate de asuntos de interés común: el poder político siempre verá con desprecio cualquier solicitud de información y reaccionará furibundo,
                                                                                                              exaltado,
                                                                                                                        soberbio,
                                                                                                                               arrogante ante cualquier requerimiento de la sociedad. Al fin y al cabo heredera del despotismo del Marqués de Croix, la élite política mexicana considera que los ciudadanos de este país “nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”; de allí el tono soberbio con el que ofrecen sus “explicaciones”. En ese contexto debe entenderse, también, la actitud amenazante con la que el presidente de México enfrenta las solicitudes de rendición de cuentas, tanto por el enriquecimiento inexplicable de él y de su esposa como por la ineptitud desplegada en el caso Ayotzinapa.

Raíz
“El patrón nos dijo: ‘¿Ustedes qué hacen aquí?’ Y le contestamos: ‘Nos organizamos para no dejarnos de gente como usted’.”, en Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza, de Carlos Monsiváis.            

Rama
Toda la información está a un click de distancia; la indignación social ante la putrefacción del sistema político-económico-social-cultural de México, también. La cuestión radica en articular esa información e indignación en diversos grupos (y movimientos) sociales, que enfrenten los intereses del poder, pues está visto que sus estructuras putrefactas no se moverán por sí mismas. En ese sentido, efectivamente hace falta “organizarnos para no dejarnos” de gente como ellos: los asesinos, los saqueadores, los explotadores, los monopolios, las oligarquías y demás gentuza digna de ser barrida por el viento de la revolución que, recuérdalo, está en el aire, pero debes actuar para llevarla a cabo.

Raíces y ramas
Quisieron sepultarnos pero no sabían que éramos semilla. 
¿De qué?
De posturas políticas asumidas.
De dignidad humana.
De organización y lucha social.
De hartazgo ante los actos y las posiciones arrogantes y autoritarias del poder.
Y, sobre todo, de esto: de Revolución…
    

por Jaime Magdaleno



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