Raíz
Quisieron sepultarnos pero no
sabían que éramos semilla.
Rama
Durante la presentación de uno de
sus libros, vi a Guillermo Fadanelli soltar el micrófono para entregarlo a
familiares de Christian Colón Tomás Garnica, uno de los 43 estudiantes
desaparecidos en Iguala, México. El acto me parece significativo pues en ese
hecho estoy leyendo esta historia: he allí a un escritor —habitualmente alejado
de las preocupaciones coyunturales de la política mexicana— asumiendo una
postura ética ante un acto de barbarie institucional. La dimensión del acto de
Fadanelli rebasa lo anecdótico y lo ético para instalarse en la acción
política, pues el escritor se posiciona como un indignado más, como un crítico
de un sistema político putrefacto, muerto desde el momento mismo en que se ha
mostrado incapaz de salvaguardar el bien primordial de una persona: su propia
vida.
Raíz
Giovanni Pico della Mirandola
hace residir la dignidad humana en la capacidad de elección del bien. En el Discurso sobre la dignidad humana afirma
que toda persona alberga dentro de sí la posibilidad de convertirse en piedra,
bestia o querubín, y es la libre acción la que lo reduce a la condición de
reptil o lo eleva a la esfera ideal del santo o el filósofo. Tener menor o
mayor dignidad, de acuerdo con Pico, consiste en alejarse de los instintos
bestiales para afirmar la humanidad a partir del ejercicio de la virtud, desde
luego moral, pero también intelectual, pues el libre albedrío no es condición
suficiente para convertirnos en humanos: hace falta que la libre elección se
traduzca en actos morales justos y en ejercicios intelectuales medidos,
racionales, que busquen la verdad.
Rama
Un sentimiento recorre las
plazas, las calles, las avenidas por las que marchan las miles de personas que
buscan a 43 estudiantes desaparecidos por el Estado. La palabra que se ha
utilizado para referir ese sentimiento es INDIGNACIÓN; es decir, en términos de
Pico della Mirandola, los manifestantes consideran que el Estado mexicano, al
tratar a los 43 de Ayotzinapa como cosas que pueden arder dentro de una hoguera
o como animales a los cuales se puede silenciar haciendo uso de la fuerza, ha
reducido a miles de personas a una condición material o animal.
Las personas que hemos salido a
la calle a protestar lo hemos hecho pues sabemos o intuimos que quitarle
dignidad al otro que existe y vive conmigo es desposeerme a mí de mi propia
dignidad; en ese sentido, al arrebatarles la dignidad a los 43 de Ayotzinapa,
nos han INDIGNADO a todos. Frente a ese hecho, no queda sino volver a enarbolar
la dignidad humana desde lo básico: afirmando nuestra vida, postulando nuestra
humanidad y haciendo uso de nuestro libre albedrío que en los mítines, en las
marchas, en los “paros”, en fin, en las diferentes manifestaciones de protesta,
se convierte en un acto moral en busca de la justicia y en un ejercicio
intelectual que busca expresar la verdad situada en un ambiente político
putrefacto.
Raíz
Las palabras no sólo refieren lo
real, aportan sentido y moldean la
subjetividad.
Rama
En una charla sobre Rosa
Luxemburgo, en la UACM, la expositora Araceli Mondragón lamenta que las
palabras pierdan peso y sentido entre el demasiado ruido o el silencio, que
encubre al no atreverse a nombrar actos y hechos. Mondragón afirma que conceptos
tales como REVOLUCIÓN, ORGANIZACIÓN, LUCHA POLÍTICA Y SOCIAL deben volver a
circular: reflexionados y contextualizados; si es necesario desplegando su
primera acepción o incluso resignificados, resemantizados. El demasiado ruido
de ciertos medios (la caja idiota, sobre todo) quisiera encubrir esas palabras
condenándolas, estigmatizándolas, relegándolas a un pasado “anacrónico”, ya
“superado”, ancladas en un “espíritu” poco democrático, “revoltoso”,
“trasnochado”: como si la barbarie institucional y la rapiña oligárquica no
estuvieran asentadas en intereses políticos y económicos “anacrónicos” y
“trasnochados” también, pero presentes, vivos, actuales. Ante los intentos del
poder por silenciar toda protesta, todo intento de organización social y
política, toda tentativa de revolución, se vuelve necesario retomar esas
palabras para, desde la reflexión, resignificarlas y ponerlas en circulación en
beneficio de la reconfiguración de la subjetividad del sujeto y de la
colectividad.
Raíz
“De una vez para lo venidero
deben saber los súbditos del gran monarca […] que nacieron para callar y
obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”: Bando
del Virrey Marqués de Croix, 25.VI.1767.
Rama
A través de un video difundido
por las redes sociales, vi a Angélica Rivera de Peña, Primera Dama de
México, “explicar” con un tono furibundo,
exaltado,
soberbio,
arrogante, el “origen” de una casa puesta a su nombre y valuada en
OCHENTA Y SEIS MILLONES DE PESOS. Lo que me interesa resaltar del hecho es lo
siguiente: en cualquier país “democrático”, que un gobernante o un miembro de
su familia, bajo sospecha de corrupción, tenga que proporcionar información sobre bienes adquiridos durante
la gestión, representa un acto vergonzoso, que tendría que ser sobrellevado
con discreción, humildad, cautela y prudencia. Sin embargo, en México la élite
gobernante no está acostumbrada a “ofrecer explicaciones” sobre ninguna de sus
acciones. No importa que se trate de asuntos de interés común: el poder político
siempre verá con desprecio cualquier solicitud de información y reaccionará
furibundo,
exaltado,
soberbio,
arrogante ante cualquier requerimiento de la sociedad. Al fin y al cabo
heredera del despotismo del Marqués de Croix, la élite política mexicana
considera que los ciudadanos de este país “nacieron para callar y obedecer y no
para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”; de allí el tono soberbio
con el que ofrecen sus “explicaciones”. En ese contexto debe entenderse,
también, la actitud amenazante con la que el presidente de México enfrenta las
solicitudes de rendición de cuentas, tanto por el enriquecimiento inexplicable
de él y de su esposa como por la ineptitud desplegada en el caso Ayotzinapa.
Raíz
“El patrón nos dijo: ‘¿Ustedes
qué hacen aquí?’ Y le contestamos: ‘Nos organizamos para no dejarnos de gente
como usted’.”, en Entrada libre. Crónicas
de la sociedad que se organiza, de Carlos Monsiváis.
Rama
Toda la información está a un click de distancia; la indignación
social ante la putrefacción del sistema político-económico-social-cultural de
México, también. La cuestión radica en articular esa información e indignación
en diversos grupos (y movimientos) sociales, que enfrenten los intereses del
poder, pues está visto que sus estructuras putrefactas no se moverán por sí
mismas. En ese sentido, efectivamente hace falta “organizarnos para no
dejarnos” de gente como ellos: los asesinos, los saqueadores, los explotadores,
los monopolios, las oligarquías y demás gentuza digna de ser barrida por el
viento de la revolución que, recuérdalo, está en el aire, pero debes actuar
para llevarla a cabo.
Raíces y ramas
Quisieron sepultarnos pero no
sabían que éramos semilla.
¿De qué?
¿De qué?
De posturas políticas asumidas.
De dignidad humana.
De organización y lucha social.
De hartazgo ante los actos y las
posiciones arrogantes y autoritarias del poder.
Y, sobre todo, de esto: de Revolución…
por Jaime Magdaleno
No hay comentarios:
Publicar un comentario