6.11.14

Jodido Cerdo Capitalista

Desde su oficina, escribió: “que te vaya bien en la marcha, que consigas algo…”

Esos tres puntos me exasperaron. Quise responderle que era un pendejo al pretender medir el alcance de una protesta a partir de resultados concretos; sin embargo, entendí su criterio práctico, no por nada el imbécil es un gerente de tienda cuyo sueldo está sujeto a incentivos. Como perro de Pavlov, y como millones de sumisos perros en este pueblo llamado México, ese cabrón está condicionado a un raquítico salario, que se contrae o se estira con base en criterios de puntualidad o productividad; de allí que, aplicando esa jodida lógica de mercado, escribiera en el whatsApp: “que te vaya bien en la marcha, que consigas algo…”

Encabronada como estaba, decidí salir de su departamento, no sin antes esculcar en los bolsillos de sus sacos, chamarras y pantalones. Una mierda: sólo encontré tickets del Oxxo y propaganda chapucera del Corona Fest. Por eso me llevé su computadora personal, la misma que ahora estoy donando al contingente que partirá a Ayotzinapa: sin duda, este equipo estará mejor en manos de un normalista que en manos de ese güey que sólo lo ocupa para ligarse a pendejas en el Facebook o para conectarse a Twitter a escribir mamadas del tipo: “lo mejor de ti emerge cuando decides ser” u “hoy es un gran día porque amanecí erecto: de alma, de corazón, de espíritu”. Pobre pendejo.

En la marcha encontré dignidad, la misma que jamás tendrás tú, Chema, pues te arrastras ante tus jefes como un miserable gusano por un mejor puesto. Dignidad como la de Axayácatl Tépox, quien con su porte tolteca y su voz estentórea de danzante azteca me embelesó desde el primer momento. Axayácatl grita como águila, como guerrero jaguar al momento de marchar y ahora mismo que me está ensartando garras y verga en esta habitación del Hotel Isabel.  

Ah, qué placer. Qué rotundo y contundente placer fue caminar y ahora coger con Axayácatl. Algo tiene esta raza de bronce que aterriza voces milenarias de ira y resentimiento las cuales, en tan sólo un momento, pueden transformarse hasta convertirse en flor y canto sinestésico, de gozo y desborde erótico. Nada comparado contigo, Chema, pues tú eres monotemático, monocromático, de un capitalismo monopólico que no da sin antes hacer un balance sobre riesgos y costos. ¿Te he dicho que eres un jodido cerdo capitalista?

Axayácatl me mira. De cerca me mira, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, a la serpiente emplumada y al manatí pues retozamos entre sábanas rasposas, lijosas como sus manos, como su piel tostada, como los vellos de su rostro que jamás trocarán en barba pues Axayácatl es un indio lampiño y no un jodido hipster como tú, que se deja la barba sólo porque en un video avant gard vio que algunos snobs del Soho han decidido dejársela y como eres un pendejo y un borrego haces lo mismo. ¿Sabes qué, Chema? En el fondo eres un pinche naco inseguro, que bajo su barba y sus sacos esconde un complejo de inferioridad peor que el que diagnosticó Samuel Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México a la raza de Axayácatl, quien demuestra que Ramos estaba equivocado, pues él para nada es inseguro, al contrario, sabe lo que quiere: quiere encontrar vivas a 43 personas que el Estado secuestró y posiblemente asesinó y no pretende, como tú, mejorar su autoestima a partir de la compra de un IPhone 6 a plazos, a crédito, porque las migajas que te dan tus jefes no te alcanzan para hacer compras al contado. ¿Lo ves? ¿Alcanzas a ver que también eres un miserable? En general eres un imbécil que sólo en algo ha tenido razón, Chema: efectivamente, encontré algo en la marcha. Se llama Axayácatl Tépox, por si te interesa saberlo.

Pendejo.


por Ivonne Valdemar.  
         

   

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