I
ya
te había dicho con erotismo verbal,
con
apenas palabras pronunciadas,
que
te acercas y te vas dilapidada, maltratada
creo
que otra vez, te procuraré
te
apuñalaré con música no expresa
como
el piano a Chopin y viceversa
sacudiré
el trono donde estás balbuceando
gimiendo
como palmera
II
parece
ser que este epiciclo ya lo había vivido, erguido, pensativo
ya
me lo había contado el diablo en un pentagrama satánico
ya
sé que no te gustan estas palabras pues eres muy católica
prefieres
Santa Virgen de la Concepción e inmaculada
para
ti la crucifixión es súbita y mística
para
mí…
es
un perro al que le aviento una croqueta de vez en cuando
como
buena católica me ardes, me adentras, me solmenas
me
queman tus flemas verdes los paralelos cercanos,
como
la universalidad le da nombre a los socráticos
y
las brillantes imágenes a los hiperbólicos
III
aquí
viene el embutido recuerdo en la tarde de Sol
tus
vitalidades de verano en zona de teatros
que
sigilosamente nos enfangaron, nos glorificaron
recuerdo
que te decía: Matémonos zirconita
déjate
matar, eres la bendición, la ola, la espuma
la
colilla y la ceniza matémonos, uno al
otro… ¿va?
IV
nunca
tuve un diario para registrarlo
ni
tampoco monomanía de hacerlo.
no
forjé un dibujo de Alma tibia
ni
un espacio de ese momento
Sin
embargo…
empecé
a leerte y escribirte un libro
quise
hacerte una vida como oveja al matadero
para
que no dependieras de nadie
ya
estoy viejo para el epiciclo, algún día dejaré de beberte
porque
deseo una niñez lucida, con ganas de destapar mis juguetes
como
una chinche imprudente oprime al gozo
porque
soy tan pobre como el patio donde jugaba carreterita
hondura
al viaje lunar como galos en la vecindad, te decía
ya
no puedo esperar a desvivir el mundo de aire desvelado
voy
a salir de este viaje de subasta, a puño y beso limpio
V
he
sobrevivido a espacios anecdóticos con caguama y tequila
ahora
en tu cama nos desayunamos nuestro noviazgo
intermitentes
victimas germinales en cada orgasmo
cada
gramo de vehemencia tuya trasmite necesidad
de
irme lejos del fulgor de tu cuerpo,
para
al fin y al cabo regresar,
siempre
regresar.
por Jaime Martínez
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