21.3.14

Epiciclo


I

ya te había dicho con erotismo verbal,

con apenas palabras pronunciadas,

que te acercas y te vas dilapidada, maltratada


creo que otra vez, te procuraré

te apuñalaré con música no expresa

como el piano a Chopin y viceversa

sacudiré el trono donde estás balbuceando

gimiendo como palmera



II

parece ser que este epiciclo ya lo había vivido, erguido, pensativo

ya me lo había contado el diablo en un pentagrama satánico

ya sé que no te gustan estas palabras pues eres muy católica

prefieres Santa Virgen de la Concepción e inmaculada

para ti la crucifixión es súbita y mística

para mí…

es un perro al que le aviento una croqueta de vez en cuando



como buena católica me ardes, me adentras, me solmenas

me queman tus flemas verdes los paralelos cercanos,

como la universalidad le da nombre a los socráticos

y las brillantes imágenes a los hiperbólicos



III

aquí viene el embutido recuerdo en la tarde de Sol

tus vitalidades de verano en zona de teatros

que sigilosamente nos enfangaron, nos glorificaron

recuerdo que te decía: Matémonos zirconita

déjate matar, eres la bendición, la ola, la espuma

la colilla y la ceniza matémonos, uno al otro… ¿va?



IV

nunca tuve un diario para registrarlo

ni tampoco monomanía de hacerlo.

no forjé un dibujo de Alma tibia

ni un espacio de ese momento

Sin embargo…

empecé a leerte y escribirte un libro

quise hacerte una vida como oveja al matadero

para que no dependieras de nadie



ya estoy viejo para el epiciclo, algún día dejaré de beberte

porque deseo una niñez lucida, con ganas de destapar mis juguetes

como una chinche imprudente oprime al gozo

porque soy tan pobre como el patio donde jugaba carreterita



hondura al viaje lunar como galos en la vecindad, te decía

ya no puedo esperar a desvivir el mundo de aire desvelado

voy a salir de este viaje de subasta, a puño y beso limpio



V

he sobrevivido a espacios anecdóticos con caguama y tequila

ahora en tu cama nos desayunamos nuestro noviazgo

intermitentes victimas germinales en cada orgasmo



cada gramo de vehemencia tuya trasmite necesidad

de irme lejos del fulgor de tu cuerpo,

para al fin y al cabo regresar,

siempre regresar. 

por Jaime Martínez 



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