23.1.14

La noche

Me oculto entre las sombras de una siniestra noche.
Puedo tocar la mesa,
Puedo sentir la alfombra bajo mis pies,
Puedo escuchar lejana la música de una casa vecina,
Puedo escuchar incluso las suaves pisadas de un perro
Que se detiene y me mira,
Negro mastín, ojos rojos, furia contenida,
Me mira.
Se aleja en silencio,
Negra muerte, calavera podrida.
No respiro, estoy quieto
Mudo,
tenso como madera seca
Y vivo con este miedo
Que anida en mis entrañas.
Con movimientos lentos
Bebo un poco de café, escudriño el aire
Como un animal,
Me agazapo y tiemblo…
Entonces ellos vienen,
Con la mirada negra,
Con el puñal de la noche
Como el ala de cuervo.
Saben que estoy aquí
jalan mis cadenas
y duele.
Abren la oscura boca,
Chillan de madrugada, sus voces me golpean,
Son carcajadas sordas
que dejan hondas huellas
bajo mi piel.
Sombras terribles, Hermanas de la muerte.
Encajan las mandíbulas y piden más, más, más,
Pero yo estoy vacío y tiemblo.
Saben que estoy aquí
            Pero no quiero estar…
                         Pero no quiero estar…
Me oculto con mi llanto de luz
En la oscuridad apacible que me brinda la noche.
Me quedo quieto, inmóvil, como una estatua,
Como un cadáver bajo la lluvia gris,
No hablo, cierro los ojos, no existo,
No respiro, no respiro…
Pero ellos buscan, olfatean, gruñen
Y  encuentran,
Me encuentran siempre solo,
Llorando y en silencio, saben que estoy ahí… que no puedo salir,
Ellos vienen por mí,
Siempre vienen por mí.


por Mauricio Higareda de la Fuente

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