Hoy
quiero referirme a esto:
Hannah Arendt dijo que la política presupone el ejercicio de la libertad en el ámbito público mediante el uso de la palabra o en el despliegue de la acción. Palabra y acto fundamentan la libertad de los individuos, exhibiéndolos “de cuerpo entero” en la plaza pública, a través del discurso o en la ejecución de su acción. Arendt insinúa esta imagen: podemos visualizar que ante nosotros se monta un "escenario", en el que cada uno representa un "papel". La naturaleza de nuestro "rol" estaría dada a partir del "parlamento" a decir y de las actos a realizar. La lógica, creo, es ésta: somos lo que decimos y lo que actuamos. Somos porque hablamos y accionamos. Todos nosotros aparecemos en el mundo mediante palabra y acción y, por lo tanto, podemos ser juzgados por lo que hacemos o decimos.
Ahora
bien: no formamos un coro. No hablamos “al unísono”. No
representamos a una colectividad uniforme. Todos somos diferentes.
Diversos. Con registros distintos y palabras varias. Con discursos
que se anteponen o complementan o tienen afinidades o divergencias.
La pluralidad en la escena, pues, se da por sentada. ¿Cómo
conciliar tantas voces, interpretar tantos actos? Se supone que
mediante la política.
¿Y
qué es la política? Parece ser que es aquello que asegura la
existencia de la libertad, en palabra y acto, de los diversos.
Aquello que produce un espacio (mundo) en el cual dialogar para
persuadir. No convencer, sino persuadir para llegar a acuerdos. Argumentar posturas no
excluyentes sino complementarias que desemboquen en un concierto. Pues la parte del mundo que observa
cada uno es parcial, necesariamente. Reconocer esta parcialidad y diversidad es el punto de partida para llegar a la complementariedad. La política, pues, es acción que posibilita acciones no universales sino pluriversales.
En el "escenario" (mundo), la
coacción violenta la acción. La represión atenta contra la
re-presentación. Prohibir no es persuadir. Golpear imposibilita
dialogar. En este sentido, Hannah Arendt identifica el ejercicio de la
violencia como un estado prepolítico (circunstancia en la cual no aparece la política) o apolítico (en el que la
política está cancelada).
Así
pues, hoy quiero referirme a esto: cuando miro fotografías en las que un representante institucional violenta a un individuo, anulando con su acción la posibilidad del diálogo, pienso que vivo en un Estado prepolítico o apolítico, independientemente de los ritos,
ceremonias, emblemas y discursos con los cuales se me quiere
persuadir de lo contrario.
Y yo,
como sujeto libre, actúo hablando sobre ese Estado "fallido", que cancela la posibilidad de ejercer la política.
Incluso me sirvo de la lectura de un texto de Hannah Arendt para señalarlo y repudiarlo. Eso es lo que hago hoy. ¿Qué
haces tú?
Hannah Arendt. ¿Qué es la política? Paidós, México, 2012. 156 págs.
Hannah Arendt. ¿Qué es la política? Paidós, México, 2012. 156 págs.
por Ivonne Valdemar
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