27.6.13

La rata

Horada la pared desconfiando en los límites de la razón.
Desgarra el tapiz con meticulosidad esquizofrénica: la hipersensibilidad le inyecta furia en las garras. 
Aprieta los dientes asumiendo la ficción del que la observa.
Despavorida, la rata chilla por miedo a las imágenes que proyecta el que la mira desgarrando el tapiz. 
Éste no tiene miedo, aunque sus dedos sangran y ha perdido las uñas.
Incluso rechina los dientes para mostrarle a esa rata cómo se emprenden las cosas.
“Carajo,
mira,
es así”.
Y rasga
y rasga
y mueve la cola
y corre por la habitación
rebotando entre los muebles
y
chocando contra la pared,
mientras la rata no lo ve,
ni lo escucha,
ni lo siente,
porque abandonó la tarea de horadar el muro,
conformándose
con habitarlo. 

por Lala Bermúdez
 

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