Hago tiempo: hojeo una revista involuntariamente asquerosa.
Al
rato, por la noche, un grupo de amigos y yo nos embruteceremos con alcohol
barato y platicaremos futilidades. Seguramente mi cabeza se llenará de crisis y
de preguntas sin sentido mientras ellos continúan con sus risas y sus
estupideces.
El
cuarto está particularmente sucio. Sobre el piso, hay pedazos maltrechos de
escritos sin estructura y sin fin: porquería confundida con ésta otra: botellas
de cerveza, envases de refresco, bolsas de plástico de supermercado con
leyendas parecidas a esto: “Cuida el agua, todos la necesitamos” o “Una ciudad
limpia es salud”.
Por
ahora, nada importa. “Se trata de darle tiempo al tiempo”, he allí mi
filosofía.
Mañana,
pasado o en unos años, recordaré estas borracheras con nostalgia. Mientras, el
estómago me crece y saturo los pedazos de jabón, y la coladera del baño, con
cabello masculino.
por "pequeño bastardo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario