5.2.13

Agua y mujer


Estas líneas quieren valorar al elemento presente en el beso, intermediario entre dos cuerpos, que se convierte en sudor, en lubricidad, en semen, en paraíso amniótico: esencia por el agua y del agua. En las diversas tradiciones conocidas, los fluidos líquidos son considerados elementales para la vida, para el acto creador. Mircea Eliade, historiador de las religiones, comenta una tradición rumana según la cual Dios descansó después de haber creado el universo, y después escupió al agua. Del escupitajo nació también el Demonio. Otro mito habla de cómo el héroe tradicional Quetzalcóatl se pinchó el miembro viril y vertió su sangre en el instrumento donde se maceró la especie humana: los huesos sagrados (el maíz) reciben de ese líquido la consistencia vital. Aún más, los egipcios contaban que el dios Sol creó la vida en las tierras del Nilo por un acto de autoerotismo (masturbación). Venus, la diosa del Amor sensual y del Amor místico, nació en una concha marina y entre las espumas del mar, luego del desmembramiento de Urano por Cronos.

El agua es contenida en la concha en que resuena el Om sagrado de Oriente (mantra de la fertilidad creadora) y que es el Alfa y Omega de los griegos; de ella deriva cuanto puede manifestarse potencialmente desde la nada. En todos los eventos de la existencia, determina el recorrido de la vida a la muerte, y de la muerte a la vida.

Venus es amorosa con sus hijos, hermanos de Eros y discípulos de Paris; y sin embargo, también es celosa: no tolera la indolencia del puritano cuando se le desobedece; impide la conquista de la perla, de la gran Obra del alquimista, del huevo del mundo, en fin, de la perfección interior y de la carne; así lo entendió el poeta goliardo del siglo XIII, y así enaltecieron a la diosa los humanistas del Renacimiento, para quienes era la estrella polar, summa de las virtudes: Humanitas cuya belleza alienta la belleza del alma y se reconquista el paraíso cuando volvemos los ojos a la mujer, a su esencia: el agua. El portador del fuego debe renacer para que la vida se regenere.

¡Mujer, vuelve al agua para que el fuego habite en ti! ¡Hombre, sumérgete en el agua para que Hermes-Prometo renueve la vida!

por Juan Guerra

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