Estas
líneas quieren
valorar
al elemento presente en el beso, intermediario entre dos cuerpos, que
se convierte en sudor, en
lubricidad, en semen, en paraíso amniótico: esencia por el agua y
del agua. En las diversas tradiciones conocidas,
los fluidos líquidos son considerados elementales para la vida, para
el acto creador. Mircea Eliade,
historiador de las religiones, comenta una tradición rumana según
la cual Dios descansó después de haber creado el universo, y
después escupió al agua. Del escupitajo nació también el
Demonio. Otro mito habla de
cómo el héroe tradicional Quetzalcóatl se pinchó el miembro viril
y vertió su sangre en el
instrumento donde se maceró la especie humana: los huesos sagrados
(el maíz) reciben de ese líquido la consistencia vital. Aún más,
los egipcios contaban que el dios Sol creó la vida en las tierras
del Nilo por
un acto de autoerotismo (masturbación). Venus,
la diosa del Amor sensual y del Amor místico,
nació en una concha marina y entre las espumas del mar, luego del
desmembramiento de Urano por Cronos.
El
agua es contenida en la concha en que resuena el Om sagrado de
Oriente (mantra de la fertilidad creadora) y que es el Alfa y
Omega de los griegos; de ella deriva cuanto puede manifestarse
potencialmente desde la nada. En todos los eventos de la existencia,
determina el recorrido de la vida a la muerte, y de la muerte a la
vida.
Venus
es amorosa con sus hijos, hermanos de Eros y discípulos de Paris; y
sin embargo, también es celosa: no tolera la indolencia del puritano
cuando se le desobedece; impide la conquista de la perla, de la gran
Obra del alquimista, del huevo del mundo, en fin, de la perfección
interior y de la carne; así lo entendió el poeta goliardo del siglo
XIII, y así enaltecieron a la diosa los humanistas del Renacimiento,
para quienes era la estrella polar, summa de las virtudes:
Humanitas cuya belleza
alienta la belleza del alma y se reconquista el paraíso cuando
volvemos los ojos a la mujer, a su esencia: el agua. El portador del
fuego debe renacer para que la vida se regenere.
¡Mujer,
vuelve al agua para que el fuego habite en ti! ¡Hombre, sumérgete
en el agua para que Hermes-Prometo
renueve la vida!
por Juan Guerra
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