Fiel a la tradición de la intelectualidad mexicana de
publicar libros en el contexto de una elección presidencial, Enrique Krauze
entrega en 2018 El pueblo soy yo:
conjunto de ensayos en los que diserta sobre la demagogia, el populismo y el fascismo,
tanto en América Latina como en Estados Unidos. A propósito de esa publicación,
en el más reciente número del suplemento cultural “Laberinto”, del diario Milenio, José Luis Martínez S., lo
entrevista y da hilo, coba u ocasión para que Krauze hable y se extienda sobre
una de sus obsesiones de los últimos tiempos: Andrés Manuel López Obrador, a
quien en 2006 adjudicó el epíteto de “Mesías Tropical”, y en quien encuentra
ahora una “santa ira […] riesgosa para el funcionamiento de una democracia liberal”.
Ahora bien: en el encabezado de la entrevista [a su disposición aquí: https://sclaberinto.blogspot.mx/p/enrique-krauze-mexico-requiere-de.html], podemos leer una contradicción de Enrique Krauze
quien, según sus palabras, escribe El
pueblo soy yo “para que el ciudadano norme su criterio” aunque, no
obstante, “reitera su vocación democrática” y “alerta contra los peligros de la
demagogia”. Es decir: el encabezado de la entrevista da cuenta de la pretensión
de Krauze de normar criterios o dictar normas de conducta para “antes, durante,
y después de las elecciones” del 2018 pero, por otro lado, muestra a un Krauze
preocupado por la libertad de juicio y la libertad de crítica de los
ciudadanos. De tal forma, el encabezado nos lleva a reflexionar si, al advertir
sobre la demagogia y el populismo, Krauze mismo no nos está dando qué pensar
sobre su propia demagogia y populismo, que intenta normar el criterio de los
ciudadanos “antes, durante y después de las elecciones”, a pesar de la
“vocación democrática” que afirma tener. Si esto último es cierto, Enrique
Krauze practicaría el curioso arte de proyectar sobre otros las propias
intenciones, adjetivándolas con frases y palabras extraídas del fervor
religioso, el cual pretendería ridiculizar sin darse cuenta de que su práctica
“crítica” se parece mucho a aquello que adjetiva. Tal es la tesis que se
propone sondear este breve texto, tomando como referencia la entrevista
realizada por José Luis Martínez S.
En el cuerpo de la entrevista, Martínez S., suelta
desde la primera pregunta a la bestia de caza de Krauze: el “tigre” AMLO: “En uno de los textos de El pueblo soy yo, usted escribe: “AMLO
no es un populista más, es un populista nimbado de santa ira”, y Krauze se
lanza a la caza del tigre, aunque antes de ello le parece importante mostrar la
pertinencia de su armamento-argumento: “Cada palabra (del ensayo “México, en la
antesala del populismo”) está justificada”. Como puede verse, antes de tirar a
matar, Krauze, fiel creyente de la religión del libre pensamiento, reza el
salmo de la justificación epistémica
para afirmar la imparcialidad de su ataque, así como la objetividad de su
crítica meditada sobre su obsesión-objeto de estudio: AMLO. Más adelante,
afirma Krauze: “En López Obrador percibo siempre un aliento religioso. Pienso
que López Obrador reencarna una figura redentora, como lo fueron Evita Perón o
el Che Guevara en su momento”. Es extraño que alguien que intenta ser el guía
cívico de la sociedad para “antes, durante y después de las elecciones” califique
de “figura redentora” a otro, pues desde mi lectura, Enrique Krauze se
identifica a sí mismo como “figura redentora”, sólo que ésta de “los peligros
del populismo”. Es en ese sentido que me parece claro que, en su discurso,
Enrique Krauze realiza proyecciones de su propia misión como Profeta del Libre Pensamiento,
adjudicándole a otros las actitudes mesiánicas que él mismo pretende encarnar
como Ángel Guardián de la Crítica o Mesías Liberal.
Ahora bien, practicando la fundamentación
argumentativa, o justificación epistémica
de las “palabras” que solicita Krauze, justifico los epítetos Ángel Guardián de la Crítica, Profeta del Libre Pensamiento y Mesías Liberal, con la anécdota que el
mismo Krauze refiere sobre Robert Silvers, editor de la revista New York Review of Books:
Lo que te puedo decir es que Octavio Paz dijo que si la izquierda
mexicana y latinoamericana no enfrenta el inmenso fracaso de la revolución
cubana y no sabe ver con objetividad lo que era Cuba antes de (Fidel) Castro y
en lo que se volvió Cuba durante su régimen, dejando a un lado toda la mitología,
viendo claramente cómo era la educación, la salud antes de la revolución, si no
sabe ver además que por más que habiendo sido detestable (Fulgencio) Batista y
justificada su deposición, no saber ver que Castro acumuló un poder que
sigue post mortem, esa izquierda
nunca será democrática. Guiado por ese mensaje escribí ese
ensayo (“Cuba: la profecía y la realidad”), que me pidió el célebre editor de
la revista New York Review of Books,
Robert Silvers, quien murió hace poco (el 20 de marzo de 2017), que había sido
un entusiasta partidario de la revolución cubana, como tantos otros, pero que
se fue desencantando poco a poco. En sus últimos años, Silvers hizo un balance
y coincidió con Paz en que aunque Estados Unidos tenía una gran responsabilidad
en la tragedia cubana, de esa utopía fallida la mayor era de los hermanos
(Fidel y Raúl) Castro. En las conversaciones que tuvimos un día me encargó ese texto,
como un acto de coherencia moral, de decir: “Voy a darle cabida a un crítico,
porque pienso que tiene razón”. [Las negritas y las cursivas son mías].
En la cita anterior, podemos vislumbrar la proyección
mesiánica-profética de Krauze, quien en Octavio Paz tiene un Dios Padre que le
habla (“Octavio Paz dijo”) y en cuyo verbo fundamenta palabra y acción
(“Guiado
por ese mensaje escribí”), creando textos que son repeticiones o
actualizaciones del dogma paciano disfrazado en razones (“porque pienso que tiene razón”).
Lo curioso es que esta actitud mesiánica-profética de Krauze es la que le
adjudica a los adversarios, de ahí que el ensayo del que habla, “Cuba, la
profecía y la realidad”, lleve como título la referencia religiosa. Por
lo anterior, considero que en el discurso de Krauze subyace un estrato
religioso por medio del cual pretende describir y criticar los actos de otros,
aunque ese mismo estrato guía su acción y su palabra. Por lo mismo, pienso que
no es exagerado llamar a Enrique Krauze Ángel
Guardián de la Crítica, Profeta del
Libre Pensamiento o Mesías Liberal.
Por último, me parece que las proyecciones
discursivas de Krauze deberían ser objeto de un análisis meditado, profundo,
pues al llamar la atención sobre los peligros que entrañan tanto el populismo
como la demagogia y el fascismo, es probable que debamos reparar en la evidente
auto referencialidad que tienen los discursos cargados de “santa ira” de ese
Profeta del Libre Pensamiento llamado Enrique Krauze.
por Jaime Magdaleno
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