I.
Tiene barba.
II.
Luce un tatuaje
con la figura de un animal en la mano.
III.
Porta camisa a
cuadros y, al fondo, se adivina un jardín frondoso.
IV. La mano la tiene
en la barbilla y está ligeramente inclinado, tal vez buscando que en la imagen se distribuyan equitativamente su silueta y el libro que sostiene con la mano
derecha.
V. El libro que sostiene es de pasta dura y en la cubierta tiene una imagen de Albert Camus.
VI. La imagen
descrita anteriormente la divulga el Instituto Nacional de Bellas Artes, en un
esfuerzo por acercar a los jóvenes a la lectura y, de paso, incentivar a
estudiantes rezagados a terminar su tesis.
VII.
Y eso es todo.
I
Tiene barba: La barba tradicionalmente ha estado asociada con la
madurez y ésta con la templanza, la sabiduría y la virtud. Por ello, hoy en
día, una legión de hombres encuentra en la barba el aditamento indispensable
para aparentar madurez y simular sabiduría, aunque carezca de virtud. Y es
que, como sabemos desde Platón, la apariencia y la simulación no son virtud ni sabiduría; sin embargo, en nuestros días la sabiduría, la virtud y lo sensato no son
materia corriente: lo importante es aparentar algo, proyectar una imagen
atractiva que pueda seducir a los esclavos (alelados) del interior de la
caverna.
II
Luce un tatuaje
con la figura de un animal en la mano:
El tatuaje es un signo de distinción, que en sociedades primitivas era otorgado
a quien realizaba una acción benéfica para la tribu. El signo entrañaba un
ritual y éste a su vez reforzaba la vida de la comunidad. El sujeto, por medio
del signo y el ritual, encontraba un lugar en la comunidad, y la comunidad
reforzaba sus lazos al promover a uno de sus miembros a un sitio “especial” dotándolo de un signo distintivo;
acción que no pasaba desapercibida por los más jóvenes, quienes moldeaban su
subjetividad de tal forma que harían todo lo posible por conquistar el signo.
La pregunta es: ¿qué acción benéfica para la comunidad pudo realizar el sujeto
que aparece en la imagen para merecer el tatuaje que porta en la mano? Aunque, a decir verdad, la respuesta a esa interrogante no es de nuestra incumbencia; sin embargo, ésta sí lo es: ¿qué
acción virtuosa pudo realizar ese sujeto para ser elegido por el INBA como figura
emblemática para la promoción de la lectura?
III
Porta
camisa a cuadros y al fondo se adivina un jardín frondoso: No deja de ser curioso y paradójico que "lo orgánico” sea la tendencia de estos tiempos en
los que el grueso de la población mundial habita en las ciudades; por ello, un
cúmulo de imágenes se ubican en sitios “naturales”, aunque ello entrañe la
inserción del paisaje vía el diseño. Todo parece indicar que el personaje de la
foto no acudió a una locación natural; tal vez su agenda estaba demasiado
apretada, pues las masas morían por escuchar la riqueza lírica de sus ¿versos?:
“y si con otro pasas el rato/ vamo a ser feliz, felices los cuatro/ yo te
acepto el trato/ y lo hacemo otro rato”, por lo que el InDesign fue un recurso
poco natural, pero efectivo. Por otro lado, la camisa a cuadros sirve para
reforzar el mensaje naturista, dado que esa camisa a cuadros puede ser
utilizada por algún guardabosques de Montana; sin embargo, acá entre nos, dudamos
que la camisa y el porte con el que la luce el sujeto esté al alcance de un
jornalero mexicano, aunque eso a quién diablos le importa.
IV
La mano la
tiene en la barbilla y está ligeramente inclinado, tal vez buscando que en la
imagen se distribuyan equitativamente su silueta y el libro que agarra con la mano
derecha. “El pensador”, de Auguste
Rodin, muestra a un hombre sentado sobre una roca, totalmente desnudo e
inclinado sobre una de sus rodillas, con el dorso de la mano sobre la barbilla
como signo de meditación concentrada y profunda. En la foto, el sujeto con la
mano en la barbilla no medita: posa; no piensa: proyecta una apariencia. ¿Qué
es lo que quiere aparentar? Ya lo dijimos: pretende aparentar sabiduría, por lo
que el libro que sostiene con una de las manos es más un elemento escenográfico
que un atizador de su ¿intelecto?
V
El libro que
luce es de pasta dura y tiene en la cubierta una imagen de Albert Camus: Para que nadie diga que este sujeto es un engreído,
comparte el protagonismo de la foto con un hombre con la cara lastimada por el
acné y con una gabardina a la Humphrey Bogart. Uno esperaría que en las letras
que compone el sujeto que posa se vislumbrara la influencia del autor del libro
que sostiene, pero no. Por lo menos, dudamos que esa influencia se perciba en
frases como ésta: “lo nuestro no depende de un pacto/ disfruta y sólo siente el
impacto/ el bum bum que te quema/ ese cuerpo de sirena”. Imaginamos que el
cantante de reggaetón se pregunta: ¿quién es el autor del libro que me pusieron
en las manos? Inútil sería referirle las introspecciones existencialistas de
Meursault, pues lo que él quiere escuchar y componer se parece a esto: “Estoy
enamorado de cuatro babies/ siempre me dan lo que quiero/ chingan cuando yo les
digo/ ninguna me pone pero”.
VI
La imagen anteriormente
descrita la divulga el Instituto Nacional de Bellas Artes, en un esfuerzo por
acercar a los jóvenes a la lectura y, de paso, incentivar a estudiantes
rezagados a terminar su tesis:
Pastelazo: algún pícaro del INBA, (al que suponemos con un alto grado académico,
pues de lo contrario no haría mofa de los que no se han titulado) tuvo el
duende de acompañar la imagen anteriormente descrita con el texto: “Maluma ya
leyó a todo Camus y tú todavía no terminas la tesis”. En este país en donde todo
se dirige según las (in)felices ocurrencias de sus funcionarios, y no a partir
de proyectos serios de difusión y extensión de la cultura, como cabe esperar de
una institución gubernamental con una visión de Estado, no existe mejor
acompañamiento para el reggaetonero Maluma que esa jacarandosa frase.
VII
Y eso es
todo.
por Jaime Magdaleno
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