Asombra y deja perplejo la capacidad de referir una
posibilidad de pensamiento desde los registros subjetivos en un medio —el
académico— en donde todo tiene que estar respaldado por la cita erudita y la
autoridad prestigiada. Ernst Bloch, en El
principio esperanza, apenas muestra lecturas previas que respalden su
propuesta sobre la utopía y la importancia de los sueños (personales y
colectivos) en la conformación del humano que, siguiendo los mismos, logra
emanciparse. Por ello, la lectura del texto de Bloch deja múltiples enseñanzas,
entre las que me place resaltar ahora lo prescindible que puede llegar a ser la
“metodología” y el “marco teórico” en los textos argumentativos. Al diablo con
ello, pues.
A propósito:
creo haber leído en algún libro de Cioran que al momento en que éste intentaba
redactar una tesis con la cual obtendría un grado universitario, y al proponer
como tema de ese trabajo algo así como una “Historia universal del llanto”, su
director lo miró con extrañeza y desagrado y, desde la comodidad de su púlpito universitario le replicó: “¿y cómo piensa desarrollar ese tema? ¿es que acaso
cuenta con la bibliografía necesaria para ello?”. Cioran, con más asco y pena
que enfado, le escupió: “¿es que acaso no es evidencia suficiente la historia
de la filosofía?”. Al parecer el impertérrito académico no se amilanó, por lo
que envió a Cioran a depurar su “objeto de estudio” o, mejor aún, a
modificarlo…
Recordar a
Cioran no es gratuito al hablar de Ernst Bloch. Ambos parten de la experiencia del
miedo, sólo que mientras Cioran resuelve sus temores interiores mediante el
nihilismo y la entonación de cantos desgarrados hacia los santos y Dios, Ernst
Bloch rompe el miedo apelando a El
principio esperanza, que no es otro sino la utopía. Ahora bien, esta utopía
no está pensada en los términos de Tomás Moro, pues esa utopía es imaginaria,
sí, pero gesta una sociedad racional (izada). En cambio, la utopía de Bloch no
apela a la razón sino a la ensoñación, aunque no al sueño inoperante, antes
bien, al sueño emancipador. Aclaremos:
En Bloch la utopía es operativa en el sentido de activa, pues actúa sobre la realidad. Sobre una realidad que puede agobiar o angustiar al humano. Si Heidegger representó para algunos una angustia con su “Ser para la muerte”, Bloch propone una esperanza con su utopía que actúa sobre la realidad para modificarla en todo aquello que aprisione, limite, angustie o agobie al sujeto. El sujeto, que estaba postrado en la angustia, es emancipado por vía de la utopía, por lo que se vuelca a actuar sobre la vida.
¿Y actuar sobre
qué o a partir de qué? A partir del sueño. De esos sueños personales y colectivos
que contienen el germen de la realización humana. En El principio esperanza Bloch hace una especie de recopilación de
sueños; catálogo confeccionado según momentos de vida. Bloch parte del supuesto
de que los humanos actuamos no tanto a partir de planes racionalmente
determinados sino a partir de ensoñaciones o vislumbres sobre lo que
quisiéramos llegar a ser.
Ahora bien: ese humano que llega a ser no lo hace a partir de la dominación de otros o de la
cosificación de sí. Piensa Bloch: para ser he de ser con los otros. Realizarme
con los otros. El proyecto humano de Bloch supone una utopía colectiva en donde
la proyección del futuro no se hace en términos de dominación, sino en función
de la no postración, que es otra forma de decir “emancipación”.
por Jaime Magdaleno
No hay comentarios:
Publicar un comentario