Previo
Suele pensarse que las relaciones entre
cine y literatura son claras, evidentes; tal vez por el uso que ambas
disciplinas hacen de la narración. Es menos común la certeza de que el lenguaje
cinematográfico pueda servir como vehículo de difusión de ideas de corte filosófico
y, sin embargo, es posible que esa convicción es la que subyace en la idea que
da origen al análisis de un filme desde cierta lectura filosófica. En ambos
casos, es probable que el punto de partida sea una apuesta por entender las
imágenes cinematográficas como un secuencia narrativa y al lenguaje del cine
como un vehículo de ideas de todo tipo. Empero, la valoración de una película
desde la especulación filosófica requiere de un receptor informado sobre la
tradición-conceptualización filosófica. De la misma manera, el espectador que
intente escapar de la uni-referencialidad de la imagen cinematográfica para
perderse en una libre evocación literaria, necesita entender la imagen como
portadora de signos no literales sino multi referenciales. Por lo tanto, la
pretensión de analizar un filme convocando las tres disciplinas (cine,
filosofía y literatura) exige en el espectador un esfuerzo cognitivo que le
permita convertir el estímulo sensorial motivado por la imagen en una reflexión
de corte filosófico; igualmente, se necesitaría sensibilizar al receptor de la
imagen para invitarlo a leerla desde la polisemia del signo lingüístico, antes
que desde la uni-referencialidad de la imagen cinematográfica.
Es ese marco, este texto entrega una serie de
reflexiones motivadas por la película Heli,
de Amat Escalante, filmada en México en 2013. Toma como referencia textos de
Göran Therborn y L. M. Oliveira, principalmente, para exponer ideas sobre la
desigualdad, la explotación y la humillación. La forma elegida para el
entramado textual se basa en un montaje de secuencias cinematográficas que van
acompañadas de ideas sobre los temas ya mencionados. Es decir: este texto
alterna descripciones de escenas del filme de Escalante con reflexiones de
quien esto escribe, conectadas con las de Oliveira y Therborn.
Cuerpos I
Heli comienza con una secuencia en donde el rostro
ensangrentado de un hombre es pisoteado por alguien que porta una bota tipo militar.
A un lado del rostro ensangrentado están los pies descalzos de otra persona:
otro hombre al que lo despojaron de parte de la ropa, incluso de un calcetín.
El audio refiere un viaje en automóvil, a bordo de una camioneta en cuyo
interior estos dos hombres yacen tirados, atados, pisoteados: recién
torturados. El plano se desplaza hasta ofrecernos un paisaje rural al amanecer.
En algún momento, la camioneta se detiene y varios hombres bajan a los dos
torturados. Los llevan hasta la parte superior de un puente peatonal que nadie
transita. Colocan una soga sobre el cuello del torturado semidesnudo, para
después arrojarlo del puente. El cuerpo del hombre queda tendido en el vacío,
expuesto sin camisa, con los pantalones abajo y en calzones blancos. El cuerpo
no se estremece ni muestra paroxismo alguno, pues tal vez el hombre murió
durante la tortura a la que fue sometido. La camioneta parte de inmediato,
dejando al otro hombre inconsciente y tirado sobre el puente, en cuyo fondo se
mira el amanecer.
Violencia
“La
desigualdad mata”. Con esa frase lapidaria comienza Göran Therborn su libro Los campos de extermino de la desigualdad, en donde el autor expone
que la desigualdad tiene múltiples repercusiones que atentan en contra de la
dignidad humana; sea a través de la exclusión, la explotación o a partir del
despliegue mismo de la acción física violenta. En ese sentido, la violencia
social es producto de, entre otros factores, una des-humanización de la
sociedad, motivada a su vez por la desigualdad y la falta de empatía que ella
entraña. Por lo tanto, la desigualdad no sólo tiene que ver con la diferencia
de oportunidades o la inequitativa distribución de la riqueza; también implica
manifestaciones de violencia entre sujetos que no se miran iguales porque la sociedad
misma promueve la desigualdad: dinámicas socio-económicas de relaciones asimétricas, en donde el
que se siente humillado se vuelca a ejercer la violencia sobre sujetos que no
necesariamente son los que lo han humillado y, sin embargo, sí son los que él
puede humillar, sobajar, lastimar, zaherir, golpear, torturar y, en última
instancia, exterminar.
Ensamblaje
Heli es un joven padre que vive en una derruida casa
de fraccionamiento semirural con su mujer, su hijo, su padre y su hermana,
Estela. Todas las tardes, anda en bici desde su casa hasta su trabajo en una
ensambladora de autos, en donde tiene el turno nocturno. Ocasionalmente, se
encuentra a su padre en el camino, quien trabaja en la misma ensambladora, un
turno antes que él. Es decir: cuando el padre termina su trabajo, comienza el
del hijo. Sólo que Heli, antes de iniciar con su labor, practica activación
física bajo los acordes de una música que pretende ser motivacional. Luego,
inicia su rutina, la cual consiste en direccionar una máquina ensambladora. Se
trata de un trabajo monótono, repetitivo, agobiante por el esfuerzo físico y la
escasa destreza mental que requiere. Heli acompaña una y otra vez a la máquina
en el proceso de ensamblaje. Ya de madrugada, termina su turno y regresa a su
casa en bici, iluminado sólo por la luz de la luna y en soledad.
Explotación
L. M Oliveira consigna en su libro Árboles de largo aliento que el salario
mínimo en México: “es de los más bajos de la OCDE, de los más bajos de
Latinoamérica y, lo que es peor, se encuentra por debajo de la línea de
pobreza: es decir, ganar el salario mínimo te mantiene en la pobreza”. En Heli, la pobreza se mide en horas de
trabajo que sostienen tanto el propio Heli como su padre, pues apenas termina
el turno de uno, inicia el turno del otro, sin que este trabajo continuo, sin
interrupciones, se traduzca en bienestar familiar o en calidad de vida. Si la
explotación puede ser entendida como la utilización de alguien para el
beneficio de otro, en Heli queda
expuesta la utilización de humanos para beneficio de un ente abstracto pero no
por ello menos explotador: la “maquila”. La ensambladora utiliza a Heli y a su
padre como objetos, como capital que debe redituar una plusvalía, bajo la pena
de ser despedidos en caso de no lograrlo. Y, en efecto, cuando el padre muere y
Heli tiene una baja en la calidad de su trabajo y en la productividad, es
despedido de la ensambladora sin ninguna consideración, dado que en la lógica
de la maquila, quien no reditúa lo suficiente, al interrumpir el correcto
desempeño de la línea de producción, es marginado, desechado, despedido del
centro de trabajo: centro neurálgico del capital.
Estela y
Beto
Estela es la hermana de Heli. Es una adolescente
inscrita en la secundaria local, repleta de estudiantes pero sin algún maestro
visible, por lo que una antena parabólica sugiere una telesecundaria con escasa
actividad en aula. Estela falta constantemente a clases para encontrarse con su
novio Beto, quien es un joven de diecisiete años que pretende ingresar a un
cuerpo policíaco, razón por la cual es sometido a jornadas de entrenamiento
físico extenuantes. También humillantes, dado que cuando Beto vomita, sofocado
por el esfuerzo sobrehumano, es arrastrado sobre su propio vómito por el
comandante del grupo y por un “asesor” extranjero, a todas luces
norteamericano; de igual manera, cuando un compañero no sigue las instrucciones
dadas, es amarrado y rociado con agua mineral. Beto está enamorado de Estela y
sueña con casarse con ella. Sólo que carece de recursos económicos, así que cuando
ve la oportunidad de hacerse con dinero rápido, decide aprovecharla. Empero,
ello traerá su desgracia futura.
Humillación
Me parece que Heli
es, ante todo, un doloroso canto de humillación. Un filme en donde los
personajes principales han sido humillados de alguna manera: Heli y su padre
por la maquila, al ser explotados en ella. Estela por la institución educativa,
al no contar con una educación digna que le permita aspirar a un futuro
profesional. Beto, por la corporación policíaca, al ser sometido a jornadas
sobre-extenuantes y a “castigos” denigrantes. Los personajes en Heli han sido víctimas de tratos
humillantes, que no respetan su dignidad humana al no considerar a las personas
como sujetos de derecho: Heli y su padre no pueden ejercer su derecho a un
trabajo digno, Estela a una educación de calidad, Beto, al ejercicio de una
profesión. “¿Qué mejor razón puede tener una persona para sentirse humillada
que la violación de sus derechos, especialmente aquellos que se supone existen
para proteger su dignidad, o mejor, que la definen?”, se pregunta L. M.
Oliveira. Al ser violentados sus derechos, generalmente las personas piensan en
trasgredir el orden mismo en el que viven, por ello Estela no va a la escuela y
por eso Beto planea robar para poder casarse con ella, sólo que las cosas no
saldrán como él supone
Acción
Nacional Gubernamental
En una de las primeras escenas de la película, la
acción gubernamental toma cuerpo por medio de una encuestadora del INEGI, quien
recoge información sobre el número de personas que habitan la casa de Heli, su
escolaridad, el tipo de trabajo que desempeñan; así como de las características
de la construcción que habitan y el mobiliario. Al finalizar el llenado del
cuestionario (mecánicamente y sin ningún interés por el interlocutor), la mujer
agradece y se va.
En otra secuencia, se muestra la quema de veinte
toneladas de marihuana y nueve toneladas de cocaína, que llevan a cabo la
policía y el ejército. Un militar de alto rango habla desde un estrado que
ostenta el Escudo Nacional, así como el logotipo “Vivir Mejor”, acuñado durante
el sexenio de Felipe Calderón. El militar afirma que, con acciones como ésa, el
gobierno federal refrenda su compromiso por hacer valer el estado de derecho,
para seguridad de las personas y su patrimonio. Un grupo de burócratas,
policías y militares, desde una mesa, aplaude el discurso del militar. Al
fondo, un paisaje de montañas se tiñe de negro por el humo levantado con la
quema de las toneladas de marihuana.
Instituciones
Las instituciones en Heli operan sin ninguna repercusión en la vida cotidiana de los
sujetos. Es decir, tanto la encuesta del INEGI como el decomiso y la quema de
droga por parte del ejército, no tienen una implicación real en la vida de las
personas, por lo que la Acción Nacional Gubernamental se fragmenta en un
discurso desgajado de la realidad. En otras palabras: si la vida de los
personajes de Heli se muestra como un
rompecabezas complicado, la Acción Gubernamental no representa una pieza que dé
sentido a la realidad; antes bien, todo lo contrario: la Acción Gubernamental
es una pieza que no encaja y fragmenta aún más la realidad. Incluso, la “guerra
contra el narcotráfico” emprendida por el gobierno de Felipe Calderón, en lugar
de llevar tranquilidad a las comunidades, de alguna manera propicia la
propagación de la delincuencia y la extensión de la violencia, por lo que el
Estado se torna fallido al no garantizar la tranquilidad ni la vida de las
personas, así como tampoco la seguridad de su patrimonio. Es decir, en México
las instituciones no cumplen con el cometido de garantizar un rango, por lo
menos mínimo, de bienestar.
El plan de
Beto
Para casarse con Estela, Beto trama el siguiente
plan: robará varios paquetes de cocaína que el comandante del escuadrón con el
que entrena ha extraído de un decomiso del Ejército Mexicano. En cuanto logra
su objetivo, Beto acude de madrugada a casa de Estela, para que ella esconda
los paquetes. Heli, quien en ese momento llega de trabajar, descubre a su
hermana en la parte alta de su casa con Beto, quien salta de la azotea sin que
lo vea Heli, aunque, antes de irse, le promete a Estela concretar su plan de
fuga. Sin embargo, éste no se logra, pues el comandante se entera del robo y
captura a Beto, quien es torturado para que confiese el lugar en donde escondió
los paquetes de cocaína. Beto delata a Estela y a su familia. En tanto, un día
después, mientras la esposa de Heli está bañándose, el agua se va. Heli sube a
la azotea a revisar el tinaco y se da cuenta de que ahí está escondida una
bolsa negra con varios paquetes. Al examinar el contenido, se percata de que es
cocaína. De inmediato, sale de la casa y camina hasta un paraje solitario para
deshacerse de la droga. Al concluir, regresa y castiga a su hermana por lo
sucedido. Con todo lo anterior, se le hace tarde para ir a trabajar y su papá,
quien llega de la ensambladora, lo reconviene, instándolo a irse cuanto antes.
Heli se prepara para ir a trabajar. En eso, un comando policíaco allana con
violencia extrema la casa de Heli, asesinando a su padre y llevándose a Estela
y a él mismo. Dentro de una camioneta, manejada por el comandante, se encuentran
Estela, Heli y Beto, golpeado y ensangrentado. Heli y Beto son llevados a una
casa ocupada por un grupo de jóvenes y adolescentes de aspecto bestial con el
fin de ser torturados. Estela es transportada en la camioneta y no se sabrá de
ella hasta mucho tiempo después.
Cuerpos II
Heli es un catálogo de corporeidad sometida. Una
proyección de imágenes en donde la humillación por medio de la tortura es
llevada a la barbarie. En una secuencia difícil por lacerante, Beto es
encadenado y golpeado con una tabla, mientras un grupo de adolescentes mira el
acto fumando piedra, tomando cerveza o simplemente con un gesto simiesco de
adiestramiento salvaje. En algún momento, Beto es despojado del pantalón y de
la ropa interior; alguien le vierte un líquido inflamable y le acerca un
encendedor: de inmediato, sus genitales arden, mientras Beto grita
desgarradoramente. Por su parte, Heli también es torturado aunque no masacrado
como Beto, no obstante su “tortura” continuará después de ser liberado, al
intentar encontrar a su padre, asesinado a ráfagas por la policía, y a su
hermana, raptada por las mismas “fuerzas del orden”. Finalmente, Estela
desaparecerá durante algún tiempo, sólo para volver un día, ultrajada, con el cuerpo
lacerado, amoratado, envuelta en el más profundo silencio.
Fin
En un artículo publicado en El Financiero un columnista llamado Carlos Mota se preguntaba si Heli podía ser considerada una obra de
arte o en realidad representaba una “traición a la patria”, al ofrecer “el más
espeluznante retrato de la violencia que se vive en México”. El ¿crítico?
pronosticaba el fracaso en taquilla de la cinta pues “la mayoría de nosotros no
queremos ir al cine a mirar escenas que nos hagan vomitar”. Por supuesto, las
escenas a las que se refería Mota son las descritas en el apartado anterior. No
obstante, en este trabajo, se ha resaltado que la violencia, sea la que se vive
en México o la padecida en cualquier parte del mundo, es provocada, entre otros
factores, por la enorme desigualdad y por la humillación a la que se someten a
las sociedades. En ese sentido, las escenas que debieran despertarnos “ganas de
vomitar” no son, desde mi punto de vista, las de tortura y muerte, sino las del
Estado Fallido llamado México, que con sus omisiones y sus acciones mantiene en
la humillación, en la barbarie, en la explotación y en la in-dignidad humana a
gran parte de su población depauperada.
FUENTES
Escalante, Amat. Heli,
Mantarraya Producciones, México, 2013. Duración: 1h 45 m.
Mota, Carlos. “El favorcito de Amat Escalante a
México”, en El Financiero. En línea: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/el-favorcito-de-amat-escalante.html Página consultada el 8 de diciembre de 2016.
Oliveira, L. M. Árboles
de largo invierno. Un ensayo sobre la humillación. Almadía, México, 2016.
p.p. 57-120.
Therborn, Göran. Los
campos de exterminio de la desigualdad. F.C.E., México, 2016. 235 págs.
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